domingo, 27 de septiembre de 2009

Gonzalo Izquierdo Fernández (2)

   Gonzalo ingresó, en 1953, al Instituto Pedagógico de la  Universidad de Chile, con la madurez  de una recién uiendo su vocación de historiador ingresó al programa de Licenciatura en  Filosofía con  mención de Historia,impartido paralelamente al que otorgaba el título profesional de Profesor de Estado, cuyos planes de estudios tenían la ventaja de ser individuales,posibilitando el desarrollo integral en las áreas que  conformaban el centro de interés del postulante al grado académico. Gonzalo ya se había inclinado hacia el campo de la historia de las ideas y,por afinidad, hacia las Ciencias Políticas.

Alumno destacado, formado por una generación de Maestros que  difícilmente volverá a conglomerarse en nuestra  o cualquiera  otra Universidad, como don Juan Gómez Millas, don Eugenio Pereira Salas,don Mario Góngora del  Campo, don Guillermo Feliú Cruz o don Néstor Meza Villalobos, inició su carrera docente universitaria en 1959 cuando fue nombrado Ayudante Tercero.  Ese mismo año ingresé al  Instituto Pedagógico y lo conocí con su eterna pipa en la mano, su andar pausado y meditabundo, que le daban un aspecto de estar en permanente reflexión. Mis compañeros de cursos superiores ya reconocían en él a un dedicado estudioso, valorando la ponderación de sus juicios. Se graduó en 1961 y al año siguiente la Fundación Rockefeller le concedió una beca para proseguir estudios de posgrado en la Universidad de California en Berkeley.Allí, en 1964, obtuvo el  Master of Arts en Ciencias Políticas, regresando al Departamento de Historia de la Universidad de Chile como Profesor  Auxiliar. Cuatro años después el fruto de sus pacientes investigaciones se reflejó en las publicaciones de Un estudio de las ideologías chilenas. La Sociedad de Agricultura en el siglo 19, valioso análisis de las actividades  de aquella  entidad y del pensamiento  de sus miembros entre  los años 1889 y 1990,y  del artículo "La  Hacienda Las  Condes en 1895", aparecido en el Boletín de la Academia de la Historia. Temática que volverá a retomar en Las   sociedades ilustradas en el mundo agrario español  y la Sociedad de Agricultura en Chile (1989). En 1969 se  integró,como  Profesor de Historia de América,al cuerpo  docente  del Instituto de  Historia  de  la  Pontificia Universidad Católica de Chile y  en 1970 regresó a la Universidad de  California, gracias a una   beca de la Fulbrigt, para proseguir su  perfeccionamiento en el campo  de la Historia  Latinoamericana.



     Los  azarosos  tiempos de la  reforma  universitaria  especialmente agitados  en el Instituto  Pedagógico, y   el  desmantelamiento  de  los  Centros de  Investi9gaciones  dependientes  de  la  Facultad de Filosofía y  Educación, lo  llevaron a trasladarse al  recién creado Departamento de   Estudios  Humanísticos, en la  Facultad  de Ciencias Fisicas y Matemáticas de la  Universidad de Chile, donde, entre 1978y 1979, cumplió la función de Conservador de la Biblioteca, mientras ponía término a los estudios  Sobre la libertad política. Siglo XVIII, análisis crítico de los textos de  los tratadistas del demostró cómo Tocqueville,Stuart Mill y Lord Anson abordaron  nSiglo de las Luces que defendían  aquel concepto(1978), y La libertad política en el liberalismo del siglo XIX, (1979) donde  el tema con mayor realismo que sus predecesores  ilustrados. Anteriormente había entregado a las prensas su artículo"Octubre de 1905. Un episodio de la historia abordando tanto la situación socio-económica el proletariado urbano que se oponía aal  incremento del impuesto a  la importación   de ganado argentino,como a los antecedentes ideológicos de los cabecillas de la revuelta.Asímismo  había terminado de catalogar  los Archivos de los Ministerios del Interior  y Hacienda de Chile en el siglo XIX.

  Continuador  de la  señera labor de las Misiones Educacionales  chilenas en Costa Rica, iniciadas por don Luis Galdames en 1935, Gonzalo organizó el Departamento de Historia de la  Universidad Nacional, en Heredia, siendo su primer Director, entre los años 1973 y 1974.

  En 1977  la  Fundación Calouste Gulbenkian le permitió incorporarse a la Universidad de Lisboa  a fin de perfeccionar sus conocimientos acerca de las relaciones históricas  Luso-brasileras.

El año 1979 se  reintegró  al Departamento de Historia , que formaba parte de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad de Chile, ocupando uno de los pabellones levantado en el  antiguo Pedagógico, para albergar  a estudiantes de provincia. Junto  con  él regresó el profesor  Julius Kakarieka,  a quien le correspondería asumir como  Director  tras el lamentado fallecimiento de don Eugenio Pereira. A partir de ese momento destinó todos sus esfuerzos para evitar, como se rumoreaba, la desaparición del  Departamento. La especie tenía cierto asidero pues, en  1980 las Pedagogías fueron segregadas de nuestra Universidad, pasando a constituir la recien creada  Academia de Ciencias Pedagógicas, hoy Universidad Metropolitana de Ciencias de la  Educación. Transformado  Departamento de Ciencias Históricas, pasamos a formar parte de la Facultad de Filosofía y Educación, debiendo redifinir   los planes y programas de estudios a fin de ofrecer e, Grado académico de licenciado en Historia. Gonzalo, entregando sin mezquindad sus experiencias, colaboró entusiastamente en  tareas árduas que nos  alejaban  de la investigación. Coincidimos en numerosos Comités y Comisiones, ocasiones en las que pude comprobar que la Universidad  de Chile, como Institución, no le era indiferente.Se preocupaba de sus destino, abogaba por recuperar  un derecho, el de formar profesores de Enseñanza Media, que hasta ahora no nos explicamos por qué perdimos.A pesar de las agotadoras reuniones, siempre disponía de tiempo para caminar, con su tranco pausado, hasta un pequeño café´frente a la Plaza Brazil, a fin de continuar dando vueltas a ideas y proyectos en torno a una taza  de té y tostadas que apenas  enmantequillaba. Otras veces huevos pasados en leche, su frugal almuerzo,nos ayudaban a aminorar frustraciones e incomprensiones. Allí le fuí conociendo como hombre con espíritu de niño.Gozaba recordando los momentos plenos de alegría que le provocaban disfrutar los fines de semana junto a su familia, entonces repetía, con una sonrisa complaciente, "lo pasamos bomba". También compartí sus tristezas, las angustias de padre acongojado que, sin embargo, confiaba en la mano de Dios para recuperar la paz.

  por esas cosas del destino coincidieron los momentos en que él planeaba  retornar, desde Nos a Santiago,, y yo construir una casa en las cercanías del Campus La Reina.  La búsqueda de sitios, el intercambio de información de Corredores de Propiedades, planos y aequitectos se incorporaron a nuestras charlas, dando nuevas dimensiones al profundo compañerismo académico que nos unía. Entonces supe que también le complacía hacerme participe de suus pequeños logros íntimos,como el día en que sacándome de la oficina, con cierto misterio que llegó a turbarme, me  condujo hasta  el  estacionamiento de  la Facultad para mostrarme el modelo  que recien había adquirido. Luego de ponderar sus bondades y lo bien que había sido tratado por su anterior dueño, me convidó a dar, como en tiempos juveniles, "una vuelta a la manzana" para que apreciara por mi mismo su estado y cualidades.

  Recuerdo cuando me contó que don Ricardo Krebs le había telefoneado  para anunciarle que la Academia  de la Historia aprobó incorporarlo como Miembro de Número, provocando tal algarabía en Teresa, su esposa, que casi no podía escucharlo ni pensar en cómo responderle. Este matrimonio, forjado a muy temprana edad, siempre mantuvo la unión y el regocijo  de convivir reciprocamente sus vivencias, prometidas ante los representantes del  Estado y  la Iglesia.

    En 1985 presentó su discurso de incorporación a la Academia: "Consideraciones en torno a la historia de
las ideas", en el cual se refirió  a la interrelación  de la disciplina con el desarrollo de la filosofía y de la cultura, comparando sus manifestaciones en Chile y el resto de Latinoamerica.

     Contemporáneamente había, dejando de lado sus intereses  más  inmediatos, aceptado la Dirección de la  Escuela de Posgrado  de nuestra Facultad, desempeñando el cargo con gran eficiencia a pesar de la escasez de recursos con que contaba. Es que en  él primaba, ante todo, el servicio a la Universidad, sin importar los sacrificios que ellos implicara.

      A raíz del Encuentro de Etnohistoriadores, el entonces Decano de la Facultad  de Filosofía y Humanidades, Rolando Mellafe, se compremetió a otorgar fondos  para publicar las Actas. Siempre habíamos sostenido que el  Departamento sólo podría justificar su existencia mostrando  la producción intelectual de quienes lo componían. Era la única manera de enfrentar la posición economicista que imperaba en la Universidad. En  reunión de Profesores Titulares decidimos que esta era la ocasión propicia para crear otra publicación del Departamento. La denominamos Serie Nuevo Mundo: Cinco Siglos. Se imprimieron dos números y, gracias a la ayuda de la  Embajada  de España, por intermedio de la Comisión Interuniversitaría del Quinto Centenario, pudimos planificar la edición de doce  títulos. A Gonzalo se le asignó la compilación del N°3, Agricultura, Trabajo y Sociedad en  América Hispana, donde apareció su estudio "Rasgos utópicos en iniciativas agrarias e industriales durante la primera mitad del siglo XIX en Chile"(1989). Pensó que junto a Cuadernos de Historia, sería un órgano que demostraría la actividad creativa de los miembros del Departamento, probando, de paso, su razón de ser. Me instó a no escatimar esfuerzos para asegurar la perduración de la Serie.

      Guiado por la inquetud de recoger nuevos testimonios para sus investigaciones logró conseguir que se le financiara un viaje a España, acompañado de su esposa, a fin de urgar en los repositorios documentales sobre los temas que le preocupaban. Lamentablemente estas indagaciones se sumirán, como él,en la infinidad del tiempo.

        En septiembre de 1989, con profunda desazón, recibimos la noticia de que era víctima de una enfermedad que nadie se atrevía a catalogar.Elevamos plegarias a Dios por su pronta recuperación. El desenvolvimiento de su estado nos convenció que El había decidido llevarlo a su lado.

         Le ví, muy deteriorado por el mal que le aquejaba, cuando presentó su Historia de Chile, obra escrita con mucha anterioridad, a petición de un particular, y que finalmente apareció bajo el sello de la  Editorial Andrés Bello, en tres tomos. Estuve con él, conversamos acerca de la Universidad y me pidió que lo fuera a ver para hablar sobre nuestra querida Universidad. Su aspecto me provocó una profunda pesadumbre. Le conocí grueso de cuerpo, lo reencontré casi esbelto y, ahora lo veía en los huesos. De algún modo su figura me provocaba funestos avisos. Nos hallamos en otras ocasiones  y siempre insistía que no dejara de visitarlo. Con verguenza confieso que no me atreví, pues dificultuosamente podía contemplarlo en el estado en que se hallaba. En mi fuero interno, creo, quería recordarlo como cuando, bajo apelativo de "presidente" me invitaba a intercambiar conceptos y a analizar el  estado del Departamento de Ciencias Hitóricas que entonces dirigía.

         Gonzalo, siguiendo la norma ética cristiana, jamás sintió envidia por nadie, tampoco busco cargos con el  sólo afán de disfrutar  de un efímero poder. Su fidelidad a la Universidad era tan fuerte que nunca pudo negarse a asumir  las funciones encomendadas, entregando todas sus energías para cumplirlas cabalmente. Sin embargo, como hombre de bien, no aceptó la petulancia, la deslealtad, la hipocrecía ni la  mediocridad. Para él esos eran los "pecados capitales" que, en su fin a ironía, merecían calificativos especiales, de los cuales, en la intimidad de la amistad, disfrutamos regocijadamente.

          Su  paso por la Universidad de Chile, la Universidad Católica, y la Universidad  de la República le permitió formar numerosos discipulos que hoy laboran en diferentes Instituciones de Enseñanza Universitaria.Ellos y sus obras, desplegadas en escritos, charlas, cursos de perfeccionamiento y conferencias, son el legado de una tarea señera que el tiempo conservará imperecederamente.

          Al conmemorar un año de su partida no nos queda más que añorar su presencia, sus consejos, su bonhomía, su amor por el grupo familiar encabezado junto aTeresa, y su lealtad a los principios y personas integradas a su universo personal..

           Como lo expresamos ya una vez, Gonzalo, amigo, desde tu eterno descanso sigue velando por tu Universidad y por quienes compartimos tus ideales.

                                                                                    En La Reina, marzo de 1991

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que bellas palabras ha escrito del profesor Gonzalo Izquierdo. Y, claro, se veía muy elegante con la pipa y, agrego, tenía una ironía muy particular para identificar al típico caudillo latinoamericano, desde el mismísimo Facundo Quiroga, el caudillo gaucho. Saludos. Luis Morán